Aprendiendo a recibir
🌿 Aprendiendo a Recibir: El Arte de Abrirme sin Culpa
Durante mucho tiempo me sentí más cómoda dando que recibiendo.
Dar me hacía sentir válida, útil, reconocida.
Dar era seguro.
Era mi forma de mantener el equilibrio emocional con el entorno, de protegerme, de controlar.
Pero lo que no sabía era que, al hacerlo sin medida, estaba bloqueando uno de los actos más sagrados de la vida: recibir.
Me di cuenta de que dar puede ser también una forma de no exponerse.
Cuando das todo el tiempo, no tienes que mostrar tu necesidad.
Cuando sostienes a otros, no hace falta que nadie se acerque a sostenerte.
Y así, sin darme cuenta, me fui aislando en una generosidad desequilibrada.
Recibir, en cambio, me ponía en un lugar más vulnerable:
¿Y si no me lo merezco?
¿Y si después me lo cobran?
¿Y si me entrego y me fallan?
¿Y si me ven?
Detrás de esas preguntas había miedo, creencias heredadas y una identidad que se había construido en torno al esfuerzo y al sacrificio.
No fue fácil.
Recibir sin culpa me obligó a mirar mis heridas:
La de injusticia, por sentir que dar era una forma de equilibrar lo que “me faltó”.
La de rechazo, por pensar que si mostraba necesidad, me abandonarían.
La del linaje femenino, por haber visto generaciones de mujeres que daban hasta vaciarse.
Pero también descubrí algo hermoso:
Recibir es confiar.
Es permitir que la vida me nutra.
Es reconocer que también merezco ser sostenida, cuidada, amada… sin tener que devolverlo todo al instante.
Y cuanto más me abría a recibir, más paz sentía en mi cuerpo, más claridad en mi mente, y más sentido en mis relaciones.
Hoy elijo:
Recibir un cumplido sin justificarlo ni minimizarlo.
Recibir ayuda sin sentirme en deuda.
Recibir amor sin pensar que tengo que hacer algo para “merecerlo”.
Recibir descanso, placer, alegría… porque eso también es parte de mi abundancia.
Durante mucho tiempo, viví desde mi energía masculina interna: dar, resolver, sostener, hacer.
Pero recibir me ha llevado a mirar esa otra parte olvidada: la energía femenina que sabe abrirse, que confía, que espera y acoge.
Recibir no es debilidad. Es sabiduría. Es equilibrio.
No se trata de dejar de dar, sino de dar sin vaciarme y permitirme ser nutrida con la misma entrega.
Este es el camino que hoy elijo: uno en el que mi energía masculina me da dirección y estructura, y mi energía femenina me enseña a descansar, a confiar y a dejarme tocar por la vida.
Y tú, que me lees…
¿Te permites recibir con libertad?
¿O das tanto que a veces te olvidas de ti?
¿Qué emoción te aparece cuando alguien te ofrece algo sin pedir nada a cambio?
Te invito a observar tus reacciones, a abrir tu corazón aunque sea un poco más, y a repetir conmigo:
“Hoy me permito recibir. Sin culpa. Sin deuda. Porque también merezco ser nutrida.”
Comentarios
Publicar un comentario