Hola, mi niña

Hola, pequeña mía.

Hoy te vi en una meditación.

Y no como un recuerdo, sino como una presencia viva, sentada frente a un cuaderno, concentrada, con mamá y papá a tu lado.

Ellos estaban allí, contigo, con una calma que no recordaba.

Con una ternura que me conmovió.

Y entonces lo sentí: tú fuiste profundamente amada.

Eres profundamente amada.

Quizá en la vida real no siempre se sintió así.

A veces te sentiste exigida, confundida o sola.

Pero ese instante…

esa imagen…

me reveló algo más profundo:

tú vales simplemente por existir.

No tienes que hacer nada para merecer amor.

Y ahora estoy aquí.

Soy la mujer que has llegado a ser.

Y quiero que sepas que ya no tienes que esconderte, ni probar nada, ni adaptarte a nadie.

Yo te veo.

Yo te abrazo.

Y yo te elijo… todos los días.

Gracias por confiar en mí.

Gracias por quedarte.


Con amor verdadero,

Tu yo adulta

Comentarios

Entradas populares de este blog

Cómo saber si un movimiento te expande

Give Me Six

La mujer que se bajó del personaje