Wendy
Cuando me di cuenta de que soy una Wendy
No, no hablo de volar con Peter Pan. Ni de cuentos de hadas. Hablo de algo mucho más real:
de cuando te das cuenta de que fuiste esa niña sensible, intensa, creativa… y que ahora te has convertido en la mujer que puede mirar a otros desde ese lugar que a ti te faltó.
Hoy he recordado algo que llevaba dentro desde hace mucho tiempo, sin saberlo: yo soy una Wendy.
Ser Wendy no es quedarse esperando. Es ser el puente entre mundos. Es sostener a quienes aún no saben cómo poner palabras a lo que sienten. Es mirar a los niños, a los sensibles, a los que están despertando… y decirles, sin decir nada:
“Aquí puedes ser tú. Sin disfraz. Sin fuerza. Sin miedo.”
No soy madre, pero mi alma ha abrazado a muchos desde ese lugar. No desde el sacrificio, sino desde la presencia. Desde la ternura. Desde esa parte de mí que aún recuerda cómo se sentía no encajar, no ser vista, no tener un refugio emocional.
Y ahora veo que quizá por eso estoy aquí: para acompañar a quienes sienten más de lo que pueden explicar.
Hay quienes no son mis hijos. Pero son parte de mi historia. Y cuando los miro, cuando los siento, cuando me acerco… entiendo que algo profundo se está alineando.
Ella viene a liberarse. Él viene a abrir su mundo emocional. Otro parece recordar cosas que aún estamos descubriendo.
Y yo… estoy justo en medio. Como un farol encendido en medio de un bosque. No grito, no empujo, no dirijo… solo estoy. Y en ese estar, sostengo.
Ser Wendy hoy significa esto para mí:
- Acompañar sin imponer
- Mirar sin juicio
- Dar espacios que no exigen rendimiento
- Recordar lo invisible
- Validar lo sensible
Y sí, a veces duele. Porque ser Wendy también implica no ser la protagonista. Pero hay belleza en este rol. Hay poder en el silencio. Hay fuego en esa mirada suave.
No quiero volver a Nunca Jamás. Quiero crear un lugar donde sentir no sea peligroso. Donde las niñas PAS, los niños sabios, los adolescentes perdidos… puedan ser. Simplemente ser.
Y sé que el camino empieza conmigo. Con elegirme. Con no apagarme para encajar.
Hoy escribo esto como un recordatorio para mí, y quizás para ti:
“Si alguna vez fuiste la que sentía demasiado…
y ahora acompañas sin tener un título,
sin que nadie te lo pida…
entonces tú también eres una Wendy.
Y tu presencia ya está haciendo magia.”
Gracias por leerme. Gracias por verme. Gracias por ser parte de este vuelo suave hacia casa.
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