Cosas que son muy mías
Cosas que son muy mías (y puede que también tuyas)
No sé si te pasa,
pero yo no soy de avanzar en línea recta.
Yo espiralizo.
Me dejo caer, me levanto, me río, dudo, canalizo, me contradigo…
y vuelvo a mí.
Y en ese vaivén,
me he ido dando cuenta de que hay cosas
que son muy mías.
Y nombrarlas…
me ayuda a no olvidarme cuando me disperso.
Así que aquí van,
por si también resuenan contigo:
1. Preguntar como quien abre portales.
No pregunto para entretenerme.
Pregunto para entrar.
Pregunto porque sé que la verdad no está en el libro,
está en la vibración.
Y a veces… necesito que alguien me la devuelva en forma de espejo.
2. Buscar sin desesperar.
No me he perdido.
Solo estoy afinando.
He caminado muchos tramos con miedo,
pero ya no me dejo arrastrar por lo que se parece al amor.
Ahora quiero lo verdadero.
Aunque no tenga forma. Aún.
3. Tener una sensibilidad que lo ve todo.
Los gestos.
Los silencios.
Las tensiones en la espalda de otros.
Leo campos antes que palabras.
Y aunque antes me agotaba,
hoy estoy aprendiendo a usarlo como guía, no como cruz.
4. Saberme luz y soltar la culpa.
Sí, a veces brillo.
A veces incomodo.
A veces callo.
A veces me escondo.
Pero también sé que mi sensibilidad es brújula.
No soy demasiado.
Soy exacta, aunque aún esté calibrando.
5. Tener humor entre tanta intensidad.
No todo es herida.
No todo es sombra.
También hay “joder”, “qué mal”, “ya lo sé, pero dímelo otra vez”...
También hay risas que disuelven el drama.
Y eso también es espiritualidad.
6. Buscar belleza vibracional.
No hablo de estética.
Hablo de eso que se siente cuando algo es coherente.
Verdadero. Liviano.
Con alma.
Quiero construir mi vida desde ahí.
Aunque aún no sepa cómo se llama ese lugar.
Y tú, que estás leyendo,
tal vez también te reconozcas.
Tal vez también tengas cosas que son muy tuyas,
y que ya no necesitas negar para encajar.
Tal vez también estés volviendo.
Esther
(Que ya no necesita salvarse, solo recordarse.)
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