No tienes que dejar de sentir para estar en paz

Hay algo que quienes somos muy sensibles (PAS) necesitamos empezar a comprender:

no vamos a dejar de sentir.

Nunca.

Y eso está bien.

Pero sentir no es lo mismo que arrastrarse emocionalmente.


Muchos PAS (y especialmente quienes además somos muy emocionales)

caemos en una creencia sutil:


“Si lo estoy sintiendo, entonces debe ser verdad.”


Y no.

A veces lo que sentimos es un eco, un reflejo, una memoria.

No es mentira…

pero tampoco es necesariamente actual.


¿Qué significa integrar una emoción?


Integrar no es superarla.

No es borrarla.

Es dejar de pelearte con ella.

Es mirarla sin miedo.

Es permitir que esté… sin que dirija tu camino.


La emoción deja de tener el volante.

Y tú recuperas el centro.


¿Cómo saber si estoy atrapada o si estoy procesando?


Hazte estas preguntas simples:


¿Lo estoy sintiendo o lo estoy repitiendo?

¿Me lleva hacia mí o me deja fuera de mí?

¿Me ayuda a comprender o me impide actuar?


Si la emoción te ancla al presente, es real.

Si te deja en bucle, es residuo.


El punto no es dejar de sentir.

Es aprender a no quedarte a vivir en cada emoción como si fuera tu casa.


Puedes visitarla.

Puedes llorarla.

Puedes honrarla.


Pero después te vas.

Vuelves a ti.

Y sigues.


Lo más difícil para un PAS: soltar sin sentir que traiciona lo que sintió.


Este es el punto más sutil y más profundo:

“Si suelto esto, ¿estoy negando lo que viví?”


La respuesta es:

no.

Lo estás honrando al dejarlo ser parte del camino, no del presente.


No tienes que contar la historia 20 veces.

No tienes que explicarla.

Basta con haberla sentido de verdad… una vez, completamente.

Y después, dejar que sea parte del recuerdo.


Frase ancla para PAS en transición emocional:

 “Sigo sintiendo…

pero ya no me pierdo en lo que siento.”


 “Lo que viví fue real.

Pero lo que soy ahora… ya no necesita sostenerlo.”


Y si hoy estás atravesando una emoción que te abraza demasiado…


… no trates de escapar.

Pero tampoco le prepares cama.

Siéntate con ella.

Pregúntale qué vino a mostrarte.

Y luego, déjala marchar sin drama.

Como un visitante que ya te dio el mensaje.

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