La sabiduría de flotar
Últimamente he tenido algunas conversaciones con alguien cercano que también siente mucho.
No sé si eso se llama sensibilidad, emoción, o simplemente presencia.
Pero algo en su manera de habitar el mundo me ha hecho ver lo mío desde otro ángulo.
Durante años, para mí, sentir fue sinónimo de intensidad.
Todo lo emocional me atravesaba como marea viva:
las palabras, los gestos, los vacíos, el cuerpo, los vínculos, la historia familiar.
Sentir era profundidad.
Y también belleza, sí.
Pero una belleza que duele.
Entonces, ver a alguien que también es emocional —y que, sin embargo, no se desborda— me descolocó. Su forma de sentir es distinta:
más abierta, más social, más espontánea, más contenida.
Y sin embargo, real.
Durante mucho tiempo creí que quien no se rompía, no sentía de verdad.
Ahora sé que hay quienes aprenden a moverse por dentro como por un río:
sintiéndolo todo, pero sin hundirse.
Y eso no los hace menos sensibles.
Tal vez, los hace más sabios.
Yo he aprendido a bucear.
A habitar lo que pesa. A nombrar lo que arde.
Pero hay algo profundamente sanador en empezar a ver
que la sensibilidad también puede ser liviana, funcional, viva.
No todo lo que se siente tiene que doler.
No todo lo profundo tiene que arrastrarte.
Y no toda compañía tiene que ser un espejo exacto para ser verdadera.
Quizás lo más hermoso que estoy comprendiendo ahora
es que la intensidad no es el único camino hacia lo auténtico.
Y que flotar, a veces, también es una forma de sabiduría.
Que reflexión , tan de verdad!
ResponderEliminarQue bien , que lo emocional se pueda vivir de formas diferentes ,siempre y cuando esas emociones no nos hagan caer en pensamientos intrusivos y obsesivos, hace poco le comentaba a una persona lo siguiente: “qué suerte poder sentir de manera plena las emociones de verdad , deteniéndome en ellas poniendo los 5 sentidos , qué suerte no dejarlas pasar “ yo no quiero vivir otro día como si nada, no quiero vivir en un mundo vacío.
Hoy siento la emoción del ORGULLO esa emoción en la que no nos detenemos y la dejamos pasar y este orgullo lo siento POR TI persona que escribes este blog eres muy grande… hay que ser muy sabia para rectificar y seguir fluyendo en la vida , GRACIAS por recordarme que si se puede…
Gracias por tu comentario tan sentido. Me ha llegado muy hondo.
EliminarMe emociona que te hayas parado a nombrar el orgullo,
que te permitas sentirlo, habitarlo y además compartirlo.
A veces pienso que escribir estas cosas no tiene mucho sentido,
pero luego ocurre esto: alguien del otro lado conecta desde su verdad.
Y entonces entiendo que sí, que sentir así también vale.
Gracias por recordármelo tú a mí.
BONDAD Y MALDAD
ResponderEliminarHablando de emociones y de dejar fluir hoy he sentido rabia y me ha costado salir de esta emoción.
He sentido rabia porque una adolescente me ha contado una vivencia suya donde un hombre en el metro la ha sexualizado y la ha hecho sentir vulnerable e invadida
Mi respuesta ha sido tu no tienes la culpa por llevar un top y una falda en esta vida hay personas buenas y malas
Esa persona del metro es de la categoría malas y por desgracia en tu camino de la vida te las vas ha encontar…pero este no es un motivo para no seguir confiando en otras personas por que hay gente fantástica
Me da rabia que tengamos que ir en estado alerta hoy a esta adolescente le han robado la inocencia , solo espero que no pierda la confianza en el ser humano
Yo después de varias vivencias solo puedo decir que hay cicatrices que están en tu alma pero gracias a la bondad he perdonado a la maldad y a mi misma por sentirme culpable y he podido seguir avanzando con una sonrisa eterna
Querida Veibar,
EliminarGracias por abrir tu corazón aquí y por traer con tanta claridad esa emoción que muchas veces evitamos mirar: la rabia.
La rabia es legítima, es sabia, y en casos como el que describes, es también una respuesta de amor herido. Una expresión de lo mucho que valoramos la seguridad, la dignidad y la inocencia, especialmente en los más jóvenes.
Lo que vivió esa adolescente no solo es injusto. Es doloroso, invasivo y simbólicamente muy profundo.
Y tú estuviste ahí, no solo para escucharla, sino para decirle algo esencial: “No es tu culpa.”
Eso, Veibar, es un acto de protección en sí mismo.
Que hayas sentido rabia es una señal de tu presencia despierta.
Y que, aún con todo eso, sigas hablando de bondad, perdón y avance, es testimonio de tu fuerza interior.
Perdonar no es justificar.
Es, como tú lo dijiste tan bien, liberarte del peso de esa sombra, recuperar tu energía, y volver a confiar no porque el mundo sea perfecto, sino porque tú eliges no perder tu luz.
Gracias por tu comentario. Por tu voz. Por tu sonrisa eterna.
Aquí, en este espacio, caben todas tus emociones. Flotar no es evadir… es dejar de hundirse sola.
Con gratitud